viernes, 20 de mayo de 2011

La otra cara de las corporaciones.

Las corporaciones son instituciones que crean mucha riqueza pero provocando a su vez graves daños que en muchas ocasiones no ven la luz. Las corporaciones se han convertido en entes artificiales cuyo único objetivo es la obtención de beneficios. No les importa a costa de qué ni de quién.

En un primer momento, las corporaciones nacieron para realizar una actividad concreta, en un tiempo determinado y con un capital constituido establecido. No podían ser propietarias ni participar en otras entidades, y eran vistas por los ciudadanos como algo positivo. El ansia de poder de estas organizaciones y la de la obtención de mayores beneficios promovieron la modificación de la norma establecida hasta dar lugar a las grandes corporaciones que conocemos. La visión de entes beneficiosos para la sociedad fue cambiando hasta ser, hoy día, el punto de mira de todas las organizaciones no gubernamentales defensoras del medio ambiente, de los derechos humanos y contrarias a la globalización.

Las corporaciones son personas jurídicas que se han visto desprovistas de su conciencia moral, por lo que toman decisiones sin tener en cuenta sus repercusiones ante terceros, siendo su único objetivo la productividad y la obtención de unos mayores beneficios.

Estas organizaciones se han convertido en máquinas de proporcionar efectos secuandarios y que la sociedad, de forma consciente o incosnciente, soporta. Podríamos decir que las externalidades negativas de las corporaciones no son asumidas nunca por ellos, sino por la población mundial. Las empresas desplazan sus producciones a países sin regulación, con grandes diferencias sociales, sin recursos, etc. En definitiva, se aprovechan de las situaciones desfavorables de otros que lo único que poseen es una mano de obra barata y sin ninguna otra alternativa posible.

Las corporaciones abusan de los desequilibrios en el mercado de trabajo, contaminan el medio ambiente, desarrollan productos químicos para incrementar y rentabilizar las inversiones en la industria alimenticia y, en muchas ocasiones son decisiones tomadas con conocimiento y habiendo sopesado de una forma exclusivamente mercantilista los efectos.

La mayoría de los directivos de las compañías si se plantean cuáles son los efectos de sus producciones sobre el ecosistema o sobre la misma población y muchos de ellos ven oportunidades de negocio en situaciones de catástrofe, como guerras, terremotos o atentados terroristas.

Las corporaciones, en su único objetivo de obtención de beneficios, no tienen en consideración ni a los sectores de la población mas vulnerables como son los niños. Ellos consideran al niño como potencial cliente y a través de la publicidad provocan que éstos insistan a sus padres para la compra de sus productos, incluyen a este segmento dentro de su cartera de clientes sin importanles las consecuencias, los manipulan para obtener más beneficios.

La competencia, agresividad y falta de escrúpulos en la actividad corporativa es la base sobre la que se sustenta la actividad de las empresas. El espionaje industrial, la figa de cerebros a otras empresas de la competencia, los sobornos, son la moneda de cambio de muchas de las corporaciones.

Afortunadamente, también hay que comentar, que cada vez más, existen voces dentro de las corporaciones que promueven un cambio de actitud hacia los terceros y se preocupan de las consecuencias que tienen sus actos. Al igual que existió un movimiento social para acabar con la esclavitud del hombre, deberá existir un movimiento social para acabar también con la esclavitud a la que nos tienen sometidos las corporaciones.

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